lunes, 17 de enero de 2011

Matemática emocional

Se trata de sistema de sumas y restas que hace cambiar nuestro humor utilizando los recursos y desafíos que están en la mente; enterate de qué se trata. ¿Cuántas veces dijiste "no estoy de buen ánimo"? ¿Cuántas escuchaste esa misma frase en boca de otros? Crecimos formateadas con la idea de que no podemos operar sobre eso que nos pasa cuando el disco rígido de nuestras emociones colapsa. Pero a pesar de que el estado de ánimo sea algo que -a diferencia de una sensación momentánea como el miedo, la sorpresa o el enojo- permanece durante un mayor período de tiempo (horas, semanas, meses), vos podés actuar sobre él. El tema es entender cómo funcionan esos ciclos de energía que vivís diariamente. 


Para decirlo en otras palabras, el estado de ánimo vendría a ser el resultado de una fórmula matemática que pone en relación los recursos con los desafíos que están en tu mente: un mecanismo de autorregulación para que sumes o restes, según el caso. 

Ideal es el período en que se equiparan el + con el + (cuando sentís que tenés muchos recursos para abordar muchos desafíos, estás atravesando una etapa de entusiasmo) o el – con el – (con la sensación de que los dos están bajos, podés descansar). Pero ojo, para llegar a eso, también hay que atravesar la ansiedad (– recursos y + desafíos) y el aburrimiento (+ recursos, – desafíos). 

Es el recorrido por todos estos estados, a través de tus propias decisiones, lo que enriquece tu calidad de vida. El trabajo que tenés que hacer, entonces, es registrar esa evaluación inconsciente sobre la que podés operar para llegar al estado de ánimo que quieras. Veamos: ¿qué cuentas podés hacer? 

¿Viste cuando querés hacer muchas cosas y no encontrás las herramientas para llevarlas a cabo? Tenés el auto, tenés el mapa, tenés la ruta y sabés el lugar al que querés llegar. Pero ¡te falta nafta! 

Lo que dicen las neurociencias es que la ansiedad es una respuesta biológica del organismo: cuando hoy se te presentan desafíos que podrían ocurrir o que ocurrirán en el futuro, sentís miedo y se acelera tu frecuencia cardíaca. Si esto llega a un extremo y no podés regularlo como para tranquilizarte, se genera una cascada de hormonas -cortisol, adrenalina y noradrenalina- que te causa confusión y puede estropear tu capacidad de memoria y aprendizaje. 

¿La clave para evitarlo? Sintonizar con el signo menos y hacer hasta donde puedas, con los recursos que tengas en ese momento. 

Claves a tener en cuenta 

Los pequeños logros despiertan recursos y no al revés: si te obligás a hacer cosas que te exceden desde el comienzo, vas a fracasar más rápido de lo que esperabas. 

Cuando te enfrentás al signo menos, el desafío se transforma en un dañino "no puedo, pero tengo que". Aprender a hacer hasta donde puedas, en cambio, te ayuda a aliviar el estrés. 

Lo importante es que no transformes el desafío "gato" en un desafío "león": acompañá el recurso, sea el que sea, y en función de él reorganizá tu desafío. 

Tus recursos fueron creciendo con los miniéxitos que se acumularon, llegaste a equipararlos a los desafíos y estás súper entusiasmada. En lo cerebral, el entusiasmo se relaciona con el funcionamiento del sistema dopaminérgico: un sistema motivador súper importante, ligado a la búsqueda de algo que consideramos placentero. Eso es lo que te permite sentirte activa y contenta. Pero tené en cuenta que el entusiasmo permanente, a veces, puede volverse superficial, incluso improductivo. ¿Entonces? Aprendé a renunciar en algunos momentos y andá bajando los desafíos de a poco, según cada situación. 

Claves a tener en cuenta . 

Cuidado con el entusiasmo que pinta todo de "yo puedo". Bajá los desafíos para que el recurso pueda recuperarse. 

Si dividís tus tareas en varias etapas, el resultado final puede ser mucho más importante. 

Acordate: a veces hay que parar un ratito, para llegar más lejos después. 


Cuando aprendiste a sortear el desafío, dejás de percibirlo de ese modo. Lo que antes te parecía dificilísimo, pasa a ser parte de tu vida cotidiana y lo surfeás súper tranqui, sin caerte de la tabla. El problema es sentir que te quedaste sin desafíos aunque estés llena de recursos, porque en ese caso, tu cerebro empieza a generar búsquedas sin objetivo, ligadas a la sensación de aburrimiento. Algo que también podría llamarse "ansiedad", pero del tipo "búsqueda irritada". Entonces: ojo con apagar los desafíos por demasiado tiempo. Un poco está bien, pero enseguida hay que actuar. ¿Una buena estrategia? Salí de tu zona de confort y arriesgate. 

Claves a tener en cuenta 

Reelegí como si fuera la primera vez y no les tengas miedo a los riesgos. 

Prestale atención sostenida a lo que hacés, sea lo que sea (mindfulness). 

No podés depender de que algo sea novedad para tener "ganas". Aprendé a mirar lo ya conocido con aprecio. 


Cuando sentís que bajan recursos y desafíos, es el momento de descansar y tirarte panza arriba. Estás tranquila, bajás el estado de alerta y la acción de la rama parasimpática del sistema neurovegetativo hace que todas y cada una de las partes de tu cuerpo se dispongan al descanso. ¡Por fin podés darte un respiro y dedicarte a mantener lo que ya está! 

Claves a tener en cuenta 

Permitiéndote parar, cambiás el pensamiento. Por lo tanto, tus sentimientos también cambian. Dedicale tiempo al descanso, sin pensar en las cosas que te perdés. 

Recordá que nuestra cultura es muy transgresora con respecto a los ritmos biológicos y que tenemos montones de estímulos que nos impiden seguir el ciclo del descanso: luz, web, televisión... Ir contra eso es el resultado de tus propias decisiones. 

Y hasta acá llegamos: por ahora, no hagas nada más. Quedate en el estado de descanso un tiempito, evaluá lo que ocurre a tu alrededor y repasá los distintos estados de ánimo que te fuimos mostrando. Recordá que acá no hay reglas ni un orden fijo; esto es un ciclo continuo, y podés saltar alternativamente al entusiasmo, al aburrimiento o a la ansiedad: sólo depende de tus cuentas mentales y de lo que tu vida y vos misma vayan produciendo. 

Lo importante es que en cualquier momento puedas organizar tus desafíos, decidir si son importantes, dividirlos en pequeños pasos y delegar. Y para cada uno de ellos, vas a saber encontrar tus propios recursos
 

Violeta Gorodischer
Fotos de Joakín Fargas
Producción de María Salinas
Realización de Luciana Sánchez Guerrero 

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