viernes, 8 de abril de 2011

Un Chiste no muy alejado de la realidad:

Mi Tío Poroto:
Mi tío Poroto andaba fenómeno hasta que su mujer, 
mi tía Porota, a instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo: Mirá Poroto, vas a cumplir 70 años, es hora que vayas a un médico.
Y para qué si estoy bárbaro?
Porque la prevención debe hacerse ahora que
todavía sos joven -contestó mi tía.
Por este motivo mi tío Poroto fue a consultar al
médico.
El médico con buen criterio le mando a
hacerexámenes y análisis de todo lo que pudiera
hacerse y que la obra social pudiera pagar.
A los quince días el doctor le dijo que estaba
bastante bien, pero que había algunos valores en
los estudios que había que mejorar. Y ahí no mas
le recetó Simgras Grageas, para tener el
colesterol lo más bajo posible; Bobex 10 mg. para
el corazón; Diabetol Plus, para prevenir la
diabetes, Total Vitaminol, complejo vitamínico;
Abajopres para la presión, y como en Buenos
Aires hay de todos menos buenos aires,
Alergicatel, para la alergia. Como los
medicamentos eran muchos y había que proteger
el estómago, le indicó Omeopancex 20 cápsulas.

 
Mi tío Poroto fue a la farmacia y cambió allí una
parte importante de su jubilación por varias
cajitas primorosas de colores variados.
Al tiempo, como no lograba recordar si las
pastillas verdes para la alergia las debía tomar
antes o después de las cápsulas para el estómago,
y si las amarillas para el corazón iban durante o
al terminar las comidas, volvió al médico.
Este, luego de hacerle un pequeño fixture con las
ingestas, lo notó un poco alterado y algo
contracturado, por lo que le agregó Nervocalm
25 y Aflojex Max.

 
Esa tarde, cuando entró a la farmacia con las
recetas, el farmacéutico y sus empleados hicieron
una doble fila para que él pasara por el medio
mientras ellos lo aplaudían. Sin embargo, mi tío,
en lugar de estar mejor, estaba cada día peor.
Tenía el fixture de todos los remedios en el
aparador de la cocina y casi no salía de su casa,
porque no pasaba momento del día en que no
tuviera que tomar una pastilla.

 
A la semana el laboratorio fabricante de varios
de los medicamentos que él usaba lo nombró
"cliente protector" y le regaló un termómetro, un
frasco estéril para análisis de orina y una birome
con el logo de la empresa.
Mi primo el Toto dedujo que la dirección la
tuvieron que sacar de la receta que la farmacia
entregó a la Obra Social. Posta.

 
Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los
pocos días se resfrió y mi tía Porota lo hizo
acostar como siempre, pero esta vez, además del té
con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era
nada, pero le recetó Gripedin Dúo y un
antibiótico, Sanaxidal 500.
Para colmo mi tío Poroto se puso a leer los
prospectos de todos los medicamentos que
tomaba y así se entero de las contraindicaciones,
las advertencias, las precauciones, las reacciones
adversas, los efectos colaterales y las
interacciones medicamentosas. Lo que decía eran
cosas terribles.

No sólo se podía morir, sino que además podía
tener arritmias ventriculares, sangrado anormal,
náuseas, hipertensión, insuficiencia renal,
parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del
estado mental y otro montón de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le
dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas
porque los laboratorios las ponian por poner.
Doctor, las empresas que ganan mucha plata no
ponen cosas por poner.
Bueno, las ponen para cubrirse.
Para cubrirse de qué? -preguntó mi tío.
Para cubrirse por si alguno le hace un juicio.
Si, claro, pero para hacerle un juicio, primero le
tuvo que pasar algo. Nadie hace un juicio si no le
pasa nada.

Digo... dijo mi tío.
Bueno... mirado así...
Que es la única forma de mirarlo. Juicio le
pueden hacer si al paciente por bajar el colesterol
se le revienta el higado, se le caen los dientes, se
queda ciego, impotente, pelado... y después, ya
con un poco de suerte, se muere.
Usted exagera, esas cosas que ponen en las
prospectos no pasan casi nunca. Casi...

 A mí no me interesa que le pasen a muchos, con
que me pasen a mí alcanza y sobra... dijo mi tio
Poroto muy nervioso, pese a tomar religiosamente
el Nervocalm.
Tranquilo, Don Poroto, no se excite -le dijo el
médico mentras le hacía una nueva receta con
Antideprezol Forte Supositorios.
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la
jubilación iba a la farmacia -donde ya lo habían
nombrado cliente VIP y le ponían alfombra roja-
y la cambiaba íntegra por remedios. Esto lo hacía
poner muy mal, razón por la cual el médico le
recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.

 
Pobre mi tío Poroto, llegó un momento en que las
horas del dia no le alcanzaban para tomar todas
las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las
cápsulas para el insomnio que le habían recetado.

Tan mal se había puesto que un día, haciéndole
caso a los prospectos de los remedios, se murió.

 
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba
era el farmacéutico.

 
Aun hoy mi tia Porota afirma que menos mal que
lo mandó al medico a tiempo, porque si no, seguro
que se moría antes.

3 comentarios:

  1. hola:

    vaya con este excelente post, ahora si que me he reido.
    recibe un fuerte abrazo

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  2. Dicen que se aprende mejor, jugando.
    La lectura en broma enseña mucho,
    hay que divulgar este texto....

    Saludos!

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  3. Jajaja, me encanta saber que se han sonreído. ¿Verdad que es lo que suele pasar?. Ahora el de la farmacia de la esquina me va a poner cara fea cuando me vea llegar =)))

    Gracias Almalu, siempre tan amorosa, y gracias Oscar!

    Abrazos a los dos.

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