sábado, 16 de julio de 2011

La joven afgana desfigurada que fue portada del ‘Time’ recupera su rostro







La sobrecogedora imagen de Aisha, una afgana de 18 años a la que los talibanes sajaron la nariz y las orejas por huir de su marido, horrorizó al mundo desde la portada del número del ‘Time’ del pasado agosto. “Esto es lo que pasará si abandonamos Afganistán”, advertía la prestigiosa revista. Hoy, gracias a la cirugía practicada en EEUU, Aisha ha recuperado la sonrisa.
La publicación recogía el testimonio de Aisha para ilustrar la condición de las mujeres en un país en el que los talibanes siguen practicando su ley, pese a haber sido teóricamente derrotados militarmente por la coalición de fuerzas internacionales.
Aisha fue arrastrada a un juicio sumario, de noche y en un lugar apartado, por abandonar la casa de su marido, al que había sido entregada con 12 años como pago de una deuda. Ella adujo que su nueva familia política la trataba como una esclava, recibía palizas, y que de no haberse decido a huir hubiera terminado muerta. El comandante talibán que presidía hizo oídos sordos a sus alegaciones y decretó un monstruoso castigo físico.
El propio marido de Aisha fue el encargado de cortarle primero las orejas y luego la nariz, mientras su hermano le ayudaba sujetando a la muchacha. Aisha se desvaneció del dolor. Despertó al atragantarse con su propia sangre. Los hombres la habían abandonado al abierto, esperando que muriera desangrada.
Más tarde, el propio comandante confesaría al tío de Aisha que había decidido convertirla en escarmiento para las demás jóvenes del pueblo. Si permitían a una mujer casada a la fuerza abandonar a su marido, ¿qué impediría que todas las demás lo hicieran también?
Cuando ‘Time’ recogió su historia, Aisha vivía en un refugio encubierto para mujeres de Kabul. Se pasaba el día escuchando la radio. Sólo al oír hablar al presidente Karzai sobre una solución tentativa de pacto para integrar a los talibanes en la sociedad civil, Aisha reaccionó. “Esa es la gente que me hizo esto – dijo, tocándose la llaga abierta de cartílago y hueso en el lugar de su nariz - ¿Cómo podríamos reconciliarnos con ellos?”
“No sé si contar mi historia ayudará a las demás mujeres afganas – dijo Aisha a los periodistas. – Yo sólo quiero que me devuelvan mi nariz”.
La historia de Aisha cruzó el océano y llegó hasta la Grossman Burn Foundation, una organización caritativa estadounidense dirigida por el especialista en reconstrucción facial Peter H. Grossman. La fundación financió el traslado de Aisha y su familia a Los Ángeles, y el tratamiento que le ha devuelto su rostro mediante una prótesis nasal.
Aisha vuelve a ser la bellísima muchacha que era antes de caer en manos de la brutal justicia talibán. Su historia, sin embargo, es un grano de arena en un desierto de desolación. Según Naciones Unidas, el 90% de las mujeres afganas es objeto de violencia doméstica en algún grado, vivan en zonas regidas por los talibanes o no.

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