miércoles, 4 de enero de 2012

EL HORROR DE LAS GRANJAS 

INDUSTRIALES








La vida en la bucólica imagen de la granja hace mucho que dejó de ser tan hermosa. Las escenas de pastizales verdes y parques idí­licos representadas en los libros para niños están siendo rápidamente reemplazadas por establos de metal sin ventanas, jaulas de alambre, "establos de hierro", y otros sistemas integrales de encierro, lo que hoy se conoce como "granjas industriales".

Privación y enfermedad
Visto de manera sencilla, el sistema de granja industrial de agricultura moderna apunta a producir la mayor cantidad de carne, leche y huevos, de la forma más rápida y barata posible, y en la menor cantidad de espacio posible. Las vacas, terneros, cerdos, gallinas, pavos, patos, gansos, conejos y otros animales son puestos en pequeñas jaulas o compartimentos muchas veces sin posibilidad de darse vuelta. Se los priva del ejercicio para que todas las energí­as del cuerpo conduzcan a producir carne, huevos o leche para el consumo humano. Se los alimenta con hormonas de crecimiento para engordarlos más rápidamente y se los altera genéticamente para que crezcan más grandes o para que produzcan más leche o huevos que lo que la naturaleza originalmente propone.

Dado que el amontonamiento es una de los principales causantes de enfermedades, los animales en las granjas industriales son alimentados y rociados con grandes cantidades de pesticidas y antibióticos que permanecen en sus cuerpos y que se transmiten a la gente que luego se alimenta de ellos, lo que causa serios peligros en la salud de los seres humanos.

Las gallinas se dividen en dos grupos: las gallinas ponedoras y pollos de engorde. Se coloca de cinco a seis gallinas ponedoras en una jaula de tela metálica de 14 pulgadas y las jaulas son a menudo apiladas en varios niveles. Cintas transportadoras llevan la comida y el agua, y además retiran los huevos y el excremento. Dado que las gallinas se encuentran en un lugar superpoblado, se las mantiene casi en la oscuridad y se les corta el pico con cuchillas candentes (sin anestesia) para evitar que se picoteen entre ellas hasta morir. La tela metálica de las jaulas las despluma, les irrita la piel y las deja lisiadas.

Aproximadamente el 20 por ciento de las gallinas criadas bajo esas condiciones muere a causa del estrés o enfermedades.  Cuando tienen entre uno y dos años de edad, sus cuerpos exhaustos disminuyen la producción de huevos y se las sacrifica (las gallinas podrí­an vivir normalmente entre 15 y 20 años).  Noventa por ciento de todos los huevos vendidos comercialmente provienen de gallinas criadas en granjas industriales.

Cada año se crí­an más de seis mil millones de "pollos de engorde" en establos. Se manipula la iluminación para mantener a las aves comiendo la mayor cantidad de tiempo posible y luego de apenas nueve semanas se las sacrifica. A pesar del gran uso de pesticidas y antibióticos, el 60 por ciento de las gallinas que se venden en el supermercado están infectadas con la bacteria de salmonela viva.

La selección genética para cubrir la demanda y reducir costos de producción causa dolores extremos en las extremidades y problemas óseos, haciendo que cada movimiento sea dificultoso. Una investigación encubierta realizada por PETA en 1994 dentro de la industria de los "pollos de engorde" también reveló que las aves sufren de deshidratación, enfermedades respiratorias, infecciones bacteriales, ataques cardí­acos, piernas lisiadas y otras serias dolencias.

El ganado criado para carne nace generalmente en un estado, se lo engorda en otro y se lo sacrifica en otro. Se lo alimenta con una dieta antinatural de granos pesados y otros "rellenos" (incluyendo aserrí­n) hasta que alcanzan las 1.000 libras. Se los castra, se les quita los cuernos y se los marca sin anestesia. Cuando los transportan los amontonan dentro de camiones de metal donde tienen miedo, sufren lesiones, soportan temperaturas extremas y padecen la falta de comida, agua y ayuda veterinaria.

Los animales que más sufren el cruel encierro y las privaciones en las granjas industriales son los novillos, crí­a macho de las vacas lecheras, criados para el consumo de carne de ternero. Luego de que se los separa de sus madres tan sólo algunos dí­as luego de su nacimiento, se los encadena en establos de sólo 22 pulgadas de ancho con pisos de listones que les causa severos dolores en las patas y en las articulaciones. Dado que la leche de su madre es utilizada para el consumo humano, se los alimenta con un sustituto de la leche que contiene hormonas, pero carece de hierro. Esto les produce una anemia que mantiene su carne tierna y de un color pálido pero los deja muy débiles. Cuando se los sacrifica con tan sólo 16 semanas de vida, por lo general ya están muy enfermos o lisiados para caminar. Uno de cada 10 terneros muere en reclusión.

El 90 por ciento de todos los cerdos son recluidos en algún momento de sus vidas, y el 70 por ciento son mantenidos en reclusión permanentemente. (7). A las cerdas se las mantiene preñadas o amamantando continuamente, y se las mete dentro de estrechos establos de hierro, sin que puedan darse vuelta. Si bien los cerdos son animales tranquilos y sociales por naturaleza, recurren al canibalismo y muerden las colas de los otros cerdos cuando los meten en corrales repletos, además desarrollan conductas neuróticas cuando los aí­slan y encierran. Los productores de cerdos pierden 187 millones de dólares por año debido a la disenterí­a, cólera, triquinosis y otras enfermedades promovidas por las granjas industriales. Aproximadamente el 30 por ciento de todos los productos que derivan del cerdo están contaminados con toxoplasmosis.

Leyes y estilos de vida
La granja industrial es un método extremadamente cruel para criar animales, pero su rentabilidad la hace popular. Una manera de detener el abuso de las granjas industriales es apoyar aquellas leyes que prohí­ban las jaulas en baterí­a, jaulas de terneros y los sistemas intensivos de encierro. Pero la mejor manera de salvar a los animales de la miseria de las granjas industriales, es dejar de comprar y comer carne, leche y huevos. El vegetarianismo y el veganismo (dieta estrictamente vegetariana) significan comer por la vida: la suya y la de ellos.

Fuente: http://www.animanaturalis.org

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